El boom Pet Friendly en las calles porteñas, la vida urbana integra cada más a las mascotas

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Descripción

Las jornada de Mariano Casco, gerente de compras de la compañía Mars, incluye una larga reunión con colegas de Brasil. Pero ahí, a un costado de la sala, está sentado Toto, atento a cómo se desarrolla la conversación. De tanto en tanto, cuando alguno de los integrantes de la mesa pasa junto al caniche, se agacha para acariciarlo y regalarle alguna palabra de cariño. "Desde que empezó el programa de oficina Pet Friendly, traigo a Toto una vez a la semana para que me acompañe -cuenta Mariano, vecino de Luján, que de lunes a viernes concurre a la planta que Mars posee en Mercedes, provincia de Buenos Aires-. Es una experiencia muy enriquecedora, que abre un montón de canales de comunicación entre las personas que trabajan en la empresa, y que me ofrece un ámbito más en el que estar acompañado por Toto".

Mars es una de las empresas que ha comenzado a incorporar a las mascotas de sus empleados en la jornada laboral, no sólo creando reglas que permiten que la convivencia no interfiera con las tareas que se llevan a cabo, sino también brindando infraestructura dentro del espacio de trabajo para que los animales puedan comer, jugar, descansar y hacer sus necesidades.

"Construimos un canil, donde los empleados pueden dejar a sus mascotas cuando tienen una reunión o un compromiso en los que no pueden estar con los animales, pero el resto del tiempo lo pueden pasar en la oficina, que es abierta, sin divisiones, junto a su dueño", cuenta Mercedes de la Fuente, directora de People and Organization de Mars.

La incorporación de los animales de compañía a la jornada laboral de muchas empresas está en sintonía con otras políticas -públicas y privadas- que reafirman algo evidente: el espacio vital de estos animales deja de pertenecer exclusivamente al hogar. Así, taxis y subtes (al igual que las líneas áreas a nivel nacional e internacional) han implementado servicios o normativas que posibilitan que las mascotas viajen a bordo (con ciertas restricciones), al mismo tiempo que cada vez son más los restaurantes y bares que habilitan espacios para que sus comensales disfruten en compañía de sus mascotas.

En Buenos Aires, ciudad que alberga a 430.000 perros y 250.000 gatos domésticos -lo que representa una mascota cada dos casas, según la última Encuesta Anual de Hogares-, son casi 750 los establecimientos gastronómicos que voluntariamente ofrecen a sus clientes la posibilidad de concurrir con sus amigos de cuatro patas. Y eso a pesar del 52% de los porteños que respondió "no" en la encuesta online del gobierno de la ciudad que, en el último mes de junio, consultó si estaban de acuerdo con permitir el ingreso de las mascotas a los locales gastronómicos. No olvidemos que el artículo 28 de la ordenanza 41.831 "prohibe la tenencia y/o permanencia habitual y/o transitoria de animales domésticos en el interior de los comercios".

"Hemos observado durante los últimos años una importante tendencia hacia una mayor inclusión de las mascotas en la vida cotidiana de las personas, tanto dentro como fuera del hogar. Este fenómeno pet friendly y las ganas de incorporar cada vez más a las mascotas a la vida cotidiana es notable en todas las grandes ciudades del mundo y Buenos Aires no es ajena a este suceso mundial, donde cada vez más personas y familias comparten su vida con una mascota", comenta Eduardo Macchiavelli, ministro de Ambiente y Espacio Público de la ciudad de Buenos Aires, respecto de por qué consultaron a los vecinos si querían modificar la citada ordenanza.

Aún cuando el 48% obtenido a favor no alcanzó para promover un cambio, desde el Ministerio de Ambiente y Espacio Público promueven la inclusión de los animales de compañía en los lugares permitidos de los establecimientos gastronómicos: "Comenzamos a acompañar a aquellos locales gastronómicos «amigos de las mascotas» entregándoles un kit con materiales (bebederos, ganchos para correas, bolsitas para recolectar las heces) que son de utilidad para fomentar la permanencia de los dueños junto a sus perros en las mesas ubicadas en el exterior del local, junto con manuales de recomendaciones para el local y para los dueños de mascotas con el fin de favorecer la buena convivencia y evitar inconvenientes".

Sentado a la mesa

El ingreso de Gonzalo Benítez a la terraza de la cebichería La Mar concita todas las miradas. Cómplices, no lo miran a él, sino a Napoleón, su pequeño y simpático west highland terrier. "Trabajo en casa, por lo que estoy todo el tiempo con él, pero si salgo a comer y el restaurante es pet friendly lo llevo. A la hora de elegir a dónde ir me fijo si el restaurante permite el ingreso de perros", cuenta Gonzalo, que se dedica al desarrollo de contenidos para redes sociales de forma freelance. Durante la comida, Napoleón permanece a su lado: toma agua del bebedero que le ha provisto La Mar, come alguna galletita que su dueño ha traído y se deja acariciar por comensales de otras mesas.

"Tomamos la decisión de permitir el ingreso de mascotas en esta sucursal, que es la sucursal madre de la cadena, para ver si es algo que funciona o no", cuenta Daniel Aragón, gerente del local de Muu Lechería, que se encuentra frente a plaza Armenia, en Palermo. "Y hoy viene mucha gente con sus mascotas, a la parte del local que está habilitada", agrega Daniel, que cuenta que están analizando extender la política pet friendly a otros locales de las cadenas.

Los bares y restaurantes porteños que permiten el ingreso con animales de compañía piden respetar un puñado de reglas de la casa: en general, no se acepta el ingreso de animales grandes; en muchos establecimientos se pide que las mascotas estén con correa junto a la mesa de su dueño; en otros que el perro esté siempre en el piso, nunca en brazos. Lo que es invariable es que lo que haga la mascota (en términos fisiológicos) debe ser limpiado por el dueño, y que perro que ladra o que exhibe cualquier tipo de conducta agresiva, ¡afuera!

"Muchas veces, el recelo que tiene la gente para aceptar a los animales tiene que ver con el comportamiento que pudiera presentar y con la higiene", comenta Silvia Vai, veterinaria y etóloga clínica a cargo de la Unidad de Etologia Clínica del hospital escuela de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA. "Cuando se realizó la encuesta del gobierno de la ciudad, muchos decían estar en contra por olores y por tener que limpiar la materia fecal, que son responsabilidad del propietario del animal. El propietario es responsable de todo lo que pueda hacer su animal. Tiene que aceptar, además, que a un otro puede molestarle que se acerque, y por lo tanto tiene que mantenerlo controlado". Esto último, en términos prácticos, implica llevar al perro con correa, algo que a los argentinos, hay que decirlo, nos cuesta bastante.

Itinerarios posibles

El ir y venir de los animales por la ciudad -ya no en la distancia micro de la vuelta a la cuadra, sino en el punto a punto que atraviesa barrios- se ha visto facilitado en los últimos tiempos gracias a la posibilidad de subir al subte con la mascota dentro de un contenedor, y a que algunas empresas de taxis están incorporando la posibilidad de pedir un móvil para un viaje con perros o gatos.

Angelo Delle Piane, country manager de Easy Taxi en Argentina, afirma que desde que incorporaron a su app la posibilidad de solicitar en Buenos Aires un viaje con mascota hoy reciben entre 80 y 100 pedidos diarios. "Esto nace de una necesidad de nuestros pasajeros, que cada vez con mayor frecuencia solicitan transporte para viajar con mascotas", explicó Delle Piane, quien también señaló que esta posibilidad comenzó en Rosario y pronto se extenderá a Córdoba, cubriendo así las tres plazas en las que funciona Easy Taxi.

Claudia Guercione es venezolana y desde hace unos siete meses vive en Buenos Aires. Comparte su hogar con una perra pinscher y dos gatos, y ha utilizado el servicio de Easy Taxi para un par de viajes al veterinario. "En Venezuela era muy difícil ir de un lado a otro con una mascota, siempre me ponían peros -recuerda Claudia, de 21 años-. Acá, en la Argentina, veo que todo es mucho más inclusivo con los animales. Es más, acá todo gira en torno a la mascota de uno, a su bienestar. Incluso veo que muchos restaurantes las aceptan. Eso no pasa en todos los países".

Sin embargo, el tema movilidad no está 100% resuelto: los trenes no permiten viajar con ellos, tampoco los colectivos, y en el subte la posibilidad está limitada a los sábados después de las 13, los domingos y los feriados, con la salvedad de que el animal debe viajar dentro de un canil. "A Mila, que es una pastora australiana, de mediana a grande, no la puedo llevar en un canil en el subte porque sencillamente no puedo andar cargando un canil con su peso -cuenta Amalia Saporiti, que trata de incorporar a Mila, la perra de su hija, a todas las actividades cotidianas-. De todos modos, yo creo que es muy importante que los dueños de mascotas intenten sociabilizarlos, para que el contacto con otra gente sea algo cotidiano y normal para las mascotas".

Facilitar el tránsito de los animales de compañía -algo que las líneas aéras, Aerolíneas Argentinas incluida, han comprendido- es un elemento clave en todo lo que tiene que ver con el turismo actual. Según estadísticas de AlquilerArgentina.com, el año último se incrementó un 30% la oferta de hospedaje pet friendly en el país, al punto de que hoy el 70% de las casas, departamentos y quintas publicadas en esa plataforma aceptan animales de compañía.

De igual modo, la oferta hotelera también se adapta a la demanda de habitaciones pet friendly. Cada vez son más los hoteles que permiten el ingreso de animales de compañía. Incluso algunos ofrecen servicios especiales, como el caso del Palacio Duahu-Park Hyatt Buenos Aires, que ha desarrollado un programa de tratamiento especial para quienes se alojan con perros, que incluye desde el alimento del animal hasta distintos servicios pensados para su comodidad.

De casa al trabajo

De todos los ámbitos públicos y privados que han comenzado a abrir sus puertas a los animales de compañía el del trabajo es el que representa quizás una verdadera ruptura con la banalización de las mascotas que trasunta en los múltiples servicios que se han multiplicado en los últimos años -ropa, bijouterie, tratamientos estéticos-, y que hacen del animal una suerte de juguete cuando no un mero entretenimiento. "Muchas familias siguen viendo al animal como el juguete para el hijo -se lamenta Claudia Romero Guzmán, de 40 años y dueña del yorkshire Tibau-. Hay que crear una conciencia de que no es un peluche, que es un ser viviente, que hay que cuidarlo y del que hay que ser responsable".

La incorporación del animal a la jornada de trabajo de su dueño resalta justamente lo opuesto: la relación de compañía, en la que se satisfacen tanto las necesidades de la persona como las del animal, y que en el lugar de trabajo expande sus beneficios a todo el entorno. "La presencia de un perro aporta frescura, distensión e incluso es un factor de socialización", opina Gonzalo Benítez. "Cambia el ánimo del lugar, contagia buena onda no sólo a su propietario, sino al resto de la oficina", coincide Mariano Casco.

Claro que la incorporación de los animales de compañía adquiere diferentes formas, en las que se busca posibilitar una convivencia armónica al tiempo que asegurar que los animales pasen la jornada en un entorno en el que sus necesidades están satisfechas. En las oficinas basadas en el modelo de coworking de WeWork, quienes asisten a sus jornadas de trabajo pueden hacerlo junto a su mascota: no hay lugares fijos para el animal, sino que cada persona es responsable de la higiene y del cuidado de su compañero, velando además porque éste no altere la convivencia.

En Eventbrite, por el contrario, "cada perro tiene un lugar asignado y acondicionado por su dueño en las oficinas del primer piso -comenta Juan Pablo Cerva Fris, gerente de Recursos Humanos-. Todos comparten el espacio abierto de planta baja para recreación. Esto genera un ambiente relajado y amigable. Los empleados valoran mucho poder compartir el día laboral con sus mascotas y los que no tienen, también disfrutan de su compañía".

En Mars, como se menciona al comienzo de esta nota, los animales pueden acompañar a las personas en sus puestos de trabajo, pero también disponen de un lugar donde estar cuando sus dueños están ocupados. "La idea es que el empleado que quiera pueda compartir su jornada de trabajo con su mascota, no que venga a dejarlo en un lugar", explica Mercedes de la Fuente, de Mars.

Tenencia responsable

Con un 80% de hogares que albergan al menos un animal de compañía, la Argentina -o los argentinos- demuestran una relación más estrecha que la de otros pueblos y naciones. "Los argentinos somos muy familieros y muy de estar en conexión con otras personas, de estar en comunidad, por eso nos gustan tanto los perros, porque favorecen eso", opina Gonzalo Benítez.

Desde un lugar más teórico, Silvia Vai señala: "En las grandes ciudades los animales de compañía están cumpliendo muchas veces el rol que debería cumplir el niño.

El animal de compañía permite brindar y recibir cariño sin la responsabilidad real que conlleva criar a un hijo. De todas maneras, lo importante no es sólo pensar qué necesita la gente sino también qué necesita el perro o el gato. Para el gato, por ejemplo, que hoy está ganando terreno como animal de compañía, es mejor quedarse en casa que salir porque es muy territorial y los cambios de territorio le suelen generar malestar, a diferencia del perro que es mucho más social".

Lo cierto es que en una sociedad que abre nuevos espacios a los animales de compañía, quizás el aspecto aún más rezagado sea el de la responsabilidad de sus dueños. Y no sólo en aquello que se relaciona con el cuidado del animal, sino con su interacción con el otro. A modo de observación: que los dueños no levanten lo que los perros dejan en la vereda delata que muchos no están, todavía, a la altura de esta nueva convivencia.

Fuente: La Nacion

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