Petsitters: en vacaciones niñeras para mascotas

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Descripción

Bono temblaba como una hoja, emocionadísimo ante la presencia de sus dueños después de dos semanas de ausencia. Lloraba y saltaba sin poder controlarse, casi como en sus tiempos de cachorro. Y cuando Franca Oromí lo abrazó y sintió ese temblor y emoción, decidió que nunca más lo dejaría en una guardería. Al año siguiente, cuando fue momento de volver a decidir el destino de las vacaciones y qué se haría entonces con el border collie de la familia, pensó en otra posibilidad. Sabiendo que su amiga Mónica pasaría el verano en la ciudad, decidió ofrecerle quedarse en su casa con parque y pileta, y de paso cuidar al perro. Ella aceptó encantada. Y sin saberlo se unió así a una nueva tendencia en alza: los dueños que, en pos de no estresar a sus mascotas cambiándolas de entorno cuando ellos se van de viaje, recurren a amigos o conocidos para que se instalen en sus casas a cuidarlas. Algo así como babysitters de perros, o más bien, petsitters .

Aunque los servicios de guardería han evolucionado mucho (hasta ofrecen pensionados personalizados donde se atiende a un máximo de tres mascotas por vez), lo cierto es que nada se compara a la propia casa del animal. Su cama, su ambiente, sus olores y su territorio son instancias irreproducibles aun cuando se lo envíe al lugar de cuidado con una manta u otros elementos propios. En los casos de las guarderías más tradicionales, además, los perros suelen pasar la mayor parte del tiempo en un pequeño canil, con sólo dos o tres recreos por día en los cuales moverse un poco. "A Bono tenían que acariciarlo para que comiera, porque extrañaba mucho y además estaba un poco malcriado", recuerda Franca. Cuidando de a varios por vez, no siempre es posible destinarle ese tipo de atenciones a un solo animal.

ENCUENTROS PREVIOS

"Si se puede mantener a la mascota en su casa, siempre es mucho mejor. De ese modo se le está generando sólo un problema, el de ser cuidado por alguien que conoce poco. De la otra forma no sólo está con desconocidos, sino que, además, tiene que adaptarse a un lugar nuevo por completo", dice el médico veterinario Gonzalo Ávila. En este sentido es muy útil realizar encuentros previos con la persona que se quedará en la casa. Así lo hizo Franca con su amiga Mónica, organizando un asado al que no sólo asistieron ella y su marido, sino también su perra Caqui, quien también se hospedaría. "El día que nos fuimos dejamos a Bono solo en la casa por unas horas. Cuando llegó Mónica, la recibió algo tímido, pero tranquilo, como intuyendo lo que pasaba y ya conociendo a quienes venían", relata Franca.

Desde la perspectiva de los petsitters , la iniciativa también tiene su gracia y atractivo. Instalarse en una casa ajena puede dar la sensación de estar de vacaciones, y para los que nunca cuidaron una mascota, también puede ser una experiencia distinta y divertida. Ese fue el caso de Clara Montivero, quien durante un mes se mudó a la casa de su amiga Sofía para cuidar a sus dos siamesas. "Tuve siempre perro, así que fue raro cuidar gatos, porque son mucho más escurridizos. Tenía que tomar precauciones, como ver que no se escaparan cada vez que abría la puerta o cerrar las ventanas de la terraza, pero con el paso de los días nos fuimos entendiendo. De hecho, al ser más independientes, cada una tenía sus espacios y todo fluyó muy bien", recuerda. Para cuando el mes concluyó, Josefa, Sebastiana y Clara ya eran amigas. "Ahora cuando ella viene a casa, las gatas la reciben bien y se dejan acariciar, cosa que no sucede con casi nadie", apunta Sofía Martin, la dueña original.

Aunque siempre pueden suceder imprevistos. Como el que vivió José, otro amigo de Sofía a cargo de sus gatas por un tiempo, que se las vio negras para aplicarle a los animales el líquido antipulgas, y fue tal la lucha que para cuando la propietaria volvió ellas aún estaban teñidas de azul. O el otro amigo que se equivocó de alimento y las hizo engordar. "Cuando volví no podían subirse a los muebles de lo pesadas que estaban", ríe Sofía.

Para las mascotas, la experiencia, aunque mucho menos traumática que irse de casa, también incluye una adaptación. Eso es lo que varios dueños notan al volver, y suelen confundir con ofensa. "Al haberse acostumbrado a la persona con la que vivió por un tiempo, parecería que el comportamiento del animal cambió, y muchos propietarios entienden eso como que el perro o el gato están ofendidos con ellos. Pero a los pocos días todo vuelve al ritmo normal; es sólo cuestión de volver a adaptarse", explica el veterinario. Eso sí, no hay diferencia entre perros o gatos. Aunque pueda pensarse que por ser más independientes los segundos sufren menos, no es del todo cierto. En tanto habrá gatos que saldrán a vagabundear por los techos y actuarán menos afectados, todos notarán la ausencia.

Para quienes este tipo de cuidado no sea una posibilidad, sin embargo, aun hay recaudos para tomar al pensar en irse de vacaciones sin las mascotas. Primero, dejarles algún elemento con el olor del dueño. Y al enviarlos a guarderías, tratar de repetir lugares donde hayan ido o informarse bien sobre el tratamiento que se les provea en uno nuevo.

Aunque para quienes ya adoptaron el nuevo método de invitar a amigos a sus casas no hay vuelta atrás. Beatriz Martínez lo sintetiza bien: "Hace cinco años que mi profesora de yoga se instala todos los veranos en casa a cuidar a mi perrita Reina. Durante ese tiempo me manda fotos y me va contando qué hicieron, adónde fueron y cómo está la perra. No sólo siento que está superbien cuidada, sino que es como si nunca me hubiera ido"..

Fuente: La Nacion

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